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8 de junio de 2011

Periodistas


Ser periodista en la provincia mexicana -como en muchos lugares del mundo- es más un oficio de pasión que de dinero. Eso lo sabe cualquier reportero de Lagos y la región alteña que sale cada mañana a buscar su información.

Las condiciones en las que labora no son las óptimas. Ante la exigencia de la audiencia y de las propias empresas, los reporteros recorren sus fuentes sin contar -mínimo- con un buen aparato celular, sin una computadora adecuada, cámaras fotográficas obsoletas y grabadoras grandotototas que captan un pésimo sonido.

Muchas de las veces, el reportero no come a tiempo, o toma sus alimentos en la calle. No tiene un buen medio de transporte. Los que poseen un vehículo, lo traen todo desvencijado. Y ya sabemos que el transporte público no cubre toda la ciudad.

Además de eso, los periodistas tienen que aguantar las presiones económicas normales de cualquier trabajador mexicano, eso no es novedad. Muchos laboran sin prestaciones sociales. Si enferma él o su familia, no cuenta con Seguro Social, menos un programa médico particular, como los diputados.

A pesar de todo ello, la mayoría de los trabajadores de la información no dejan de hacer su tarea porque están inoculados con un virus: la pasión por informar. Exagero un poco, claro. Pero lo trae en la sangre.

Algunos intentan dejar el oficio para dedicarse a otra profesión más segura y estable (yo, por ejemplo) y terminan abandonando la idea o la experiencia porque el periodismo te "jala".

He señalado los puntos malos, pero la profesión está llena de experiencias positivas. El privilegio de informar es inigualable.

Mi respeto y admiración para todos mis compañeros. Bien o mal, sin ellos aún estaríamos en la era del chisme o rumor.

Pero hay situaciones que deben cambiar... las empresas tienen que ofrecer mayor capacitación, mejores sueldos y prestaciones sociales. Pero los empresarios y profesionistas pueden apoyar a las empresas anunciando sus productos para que aquellas sean rentables. Hay que romper el círculo vicioso del periodista vendedor de publicidad y viceversa.

Los tiempos exigen mayor profesionalización.

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