Conozco a una mujer que no tenía un oficio que le permitiera ganar dinero extra para sus necesidades. Era la típica ama de casa que dependía del marido para vivir. Si él decidía gastarse el salario en una parranda, ella enfrentaba un grave problema para alimentar a sus hijos.
Se de otra mujer que contaba con todo el apoyo de su pareja para sacar adelante la vida cotidiana de su pequeña familia pero, aún apretándose el cinturón, no lograba llegar a fin de quincena sin un pequeño préstamo de la comadre, la vecina o la hermana.
Ambas mujeres viven ahora realidades diferentes: no son millonarias ni algo parecido, pero ya no sufren penurias económicas.
La primera aprendió a elaborar pasteles y comenzó a venderlos entre sus familiares, amigos y vecinos. La segunda aprendió a cortar el pelo y actualmente la sala de su casa no es suficiente para atender a los chiquillos que demandan el servicio.
Seguramente vendrán a su memoria historias similares de amas de casa que tienen baja escolaridad, viven en pobreza y son absolutamente dependientes del ingreso de su pareja o de algún familiar.
Ignoro los vericuetos de la macroeconomía internacional y nacional, pero se que los gobiernos han optado por sostener un modelo económico que poco ayuda a los mexicanos a salir de la pobreza, sin embargo, como dice el refrán: “lo caído, caído”… algunas personas pueden beneficiarse directamente del programa Hábitat.
El programa gubernamental Hábitat, creado para los que viven en zonas marginadas, y que muchos alcaldes y gobernadores no respetan, metiendo el dinero en obras que no impactan la pobreza, también tiene una rama de capacitación y puede aprovecharse.
Está por comenzar una capacitación en panadería y repostería, mecánica automotriz, elaboración de calzado, corte y confección, computación, electricidad, corte de pelo, pintura en tela, uñas, bisutería, paletas de chocolate…
Las colonias donde se impartirán son: Pueblo de Moya, las Laderas, Cañada de Ricos (¡Oh, ironías!) el Triangulo de las Bermudas, Vistahermosa, La Adelita y lugares adyacentes.
Las dos mujeres que conozco se capacitaron en ese programa y cambiaron las circunstancias de su vida.
No soy un romántico ni un idealista; al contrario, cargo la realidad como un Santa Claus de 365 días. Pero quiero pensar que hay oportunidades que nos pueden cambiar la vida.
Pero ¡oh, realidad nuestra de cada día! Hay que apagar el televisor y dejar las telenovelas para otra ocasión; hay que dejar las transmisiones del futbol; las chelas con los amigos; las eternas reuniones con la comadre… Digo, aunque el dinero del Hábitat es nuestro, tuyo y de aquél, nada es gratis.
Mil 807 personas en pobreza tendrán una oportunidad. Ojalá.
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