En Lagos están tomando apogeo los “narcocorridos”. Los fines de semana es fácil escucharlos desde los poderosos sonidos de los vehículos de muchos paseantes. Y ya no es el favorito –por supuesto- “Camelia la Texana”. Ante los nuevos contenidos, la legendaria historia parece canción de cuna.
El gobernador de Sinaloa impulsará que se prohíba la difusión de “narcorridos” y la presentación de artistas de este género musical en lugares públicos en todo el país.
El mandatario considera que la “apología de héroes de oropel, a través de la música, incita a muchos jóvenes a convertirse en delincuentes, a las chicas a verse convertidas en novias de personajes vinculados a los grupos delictivos”
El Congreso de Chihuahua también aprobó este mes una prohibición a la radio y la televisión para promover artistas que interpreten “narcocorridos”. La medida incluye que esas canciones se canten en conciertos.
Los Tigres del Norte, el grupo musical que indiscutiblemente encabeza el género ha declarado que seguirán cantando las historias que narran la realidad en México. “Si las dejamos de cantar, ustedes también deberían dejar de escribir”, dijo el vocalista del grupo a la prensa.
Mientras que algunos funcionarios y empresarios apoyaron la prohibición, académicos, activistas y autores y compositores reprobaron la medida que tacharon de “facista” y un ataque a la libertad de expresión.
El vocero de Seguridad Nacional aplaudió la decisión del gobernante de Sinaloa señalando que los “narcocorridos” son apología del delito y promueven salidas falsas. “Hay que enfrentarlos con la cultura de la legalidad”.
Con la cultura de la legalidad hay que enfrentar a los delincuentes, no a los “narcocorridos”. Con la cultura de la legalidad hay que someter a los funcionarios públicos coludidos con la delincuencia.
A los jóvenes que gustan de esa música no hay que "enfrentarlos" con la cultura de la legalidad; hay que "confrontarlos" con la cultura, con la educación y con oportunidades de desarrollo económico.
Más allá del mal gusto de cada cuál –lo confieso: soy fanático de los Tigres del Norte- la delincuencia no se enfrenta limitando la libertad de expresión. Mucho menos escondiendo la realidad del país.
Si los mexicanos accedemos a mejores escuelas –con profesores preparados y bien pagados- a opciones culturales diversas –más allá de las “taranovelas”- y gozamos de condiciones económicas dignas, la música que escuchemas y cantemos no será problema de seguridad nacional, sino de buenos y malos gustos. ¡Cada quien!
Como podría haber dicho el célebre Alcalde de Lagos, el que quiera oír “narcocorridos” que los oiga y el que no, no.
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