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28 de octubre de 2011

La voz del Negro


Un día irrumpió en la frecuencia del FM, en la radio universitaria de Lagos de Moreno. Su voz potente, con carácter, inigualable. Y con las semanas y los meses, su timbre particular y extraordinario, se hizo cotidiano. Había quien encendía la radio solamente a la hora que él hablaba y la apagaba cuando concluía su participación.

Algunas veces lo oíamos serio, ceremonioso, formal, abordando temas serios, ceremoniosos y formales, pero otras veces era el relajo, la chunga o la crítica acida. Dependía del tema, o se su ánimo, o de su propósito, no lo supe.

Muchas veces, antes de conocerlo personalmente, lo escuché en lugares tan disímbolos: el mercado González León, el jardín de los Constituyentes, en la vieja radio de un limpia zapatos, desde una ventana de las casonas céntricas de la ciudad, en las oficinas gubernamentales y en cualquier comercio.

Todo acabó la madrugada del 29 de octubre de 2009, alrededor de las 2 horas, cuando su vida terminó y su voz hizo “fade out” por última vez.

Después tuve el privilegio de escucharlo y verlo directamente en la cabina de la radio, en esa caja mágica, detrás del vidrio, en la zona de controles… luego –mucho mejor- pude compartir los micrófonos con él.

Siempre, siempre aprendí. Pude hacer radio, un sueño juvenil, gracias a su apertura a los proyectos, gracias a su deseo de conformar la radio local de voces distintas y de diversas experiencias.

Mi recuerdo de David “El Negro” Guerrero Lemus no tiene mucho de romanticismo, ni de esa buena costumbre de hablar bien –exageradamente bien- de los muertos. Lo recuerdo en sus múltiples facetas y, verdaderamente, hay unas oscuras que vienen ahora a mi mente.

Como cualquier ser humano, supongo, creo, era presa de preocupaciones, intereses personales, malas jugadas de la vida y de las personas, y de pronto le salían malos humos, jeje… pero lo que ahora importa era su tremendo profesionalismo, su amor casi sexual por los micrófonos radiofónicos, su respeto por el oficio.

Muchas veces lo vi mostrarse exigente, en algunas ocasiones rayando en la injusticia, pero logró enseñarnos a muchos el profesionalismo frente a los micrófonos.

Cómo saber lo que nos depara el destino, cómo decidir lo que nos conviene, cuando no somos dueños de una bola de cristal para vislumbrar el futuro… ojalá no se hubiera regresado a Guadalajara, decían después algunos. Pero él quería crecer dentro de la radio de la Universidad y creyó hacer lo conveniente. ¡Quién sabe!

¡Cosas de la vida! Ahora, poco menos de dos años después, también su mujer, Frida, ha muerto. Románticamente diríamos que lo siguió, que no pudo estar sin él. Lo cierto es que ambas fueron vidas vividas rápidamente.

Gracias al Negro Guerrero Lagos de Moreno tuvo una radio diferente, distinta, aunque fuera por unos años. Ahora parece que no queda mucho de lo que hizo. Es otra historia.

Lo bueno es que tuvimos al Negro un tiempo y su voz llenó el cuadrante de propuestas diferentes.

Y lo bueno es que, más allá de la muerte, y gracias a la misma tecnología que tanto amó, podemos seguir escuchando su voz, cuando menos de vez en cuando.

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